¿Te has dado cuenta de que, en pocos, pero importantes momentos de la Biblia el número 40 está presente?
Es la cantidad de días y noches del diluvio (Génesis 7,12).
Isaac y Esaú tenían 40 años cuando se casaron (Gen 25,20; Gen 26,34).
El éxodo duró 40 años.
Moisés estuvo 40 días y 40 noches en el monte Sinaí (Deuteronomio 9, 9-11).
Los espías de Israel exploraron la tierra prometida durante 40 días (Num 13, 25).
Goliat retó a los israelitas durante 40 días antes de que David lo venciera (1 Sam 17,16).
David reinó durante 40 años (1Re 2,11), al igual que Saúl (Hch 13, 21) y su hijo Salomón (1 Reyes 11, 42).
El profeta Elías pasó 40 días de ayuno en el desierto hasta encontrarse con Dios en el monte Horeb (1Re 19,8).
Jonás anunció que Nínive sería destruida a los 40 días (Jon 3,4).
Jesús fue presentado en el Templo a los 40 días de su nacimiento (Lv 12).
Jesús fue al desierto después de su bautismo durante 40 días y sus noches para ser tentado por el demonio (Mt 4,2).
Tras su crucifixión, el tiempo en el que se apareció a sus discípulos fue precisamente de 40 días (Hch 1,3).
Entonces, ¿Qué hay en la Biblia y el número 40?
En sí, el número 40, representa “cambio”. Es el tiempo de preparación de una persona o pueblo para dar un cambio fundamental.
Fue el tiempo en que la tierra se purificó con el diluvio para tener una tierra nueva. Fue el tiempo de purificación del pueblo de Israel para encontrar la tierra prometida. Es el tiempo de prueba de Cristo en el desierto para comenzar su vida pública.
¿Por eso los 40 días en Cuaresma?
De hecho, Cuaresma proviene del nombre en Latín “Quadragésima”, que significa 40. Son 40 días donde la Iglesia, imita los 40 días y noches que Cristo pasó en el desierto antes de su vida pública y Pasión.
En nuestro caso, son 40 días y noches donde nos proponemos purificarnos, cambiar radicalmente, para aquello a lo que Dios no tiene preparado.